Por Marcos Cepeda La decisión del expresidente Leonel Fernández de erigirse en líder de la oposición, para desde esa postura candidatearse desde ya para las elecciones a efectuarse en 4 años, plantea un serio dilema al oficialista Partido Revolucionario Moderno. Fernández montó su plataforma de líder de la oposición horas después de las elecciones presidenciales
Por Marcos Cepeda
La decisión del expresidente Leonel Fernández de erigirse en líder de la oposición, para desde esa postura candidatearse desde ya para las elecciones a efectuarse en 4 años, plantea un serio dilema al oficialista Partido Revolucionario Moderno.
Fernández montó su plataforma de líder de la oposición horas después de las elecciones presidenciales de mayo, cuando desdeñó reunirse a conversar con el triunfante presidente Abinader, quien fue recibido en su casa por el otro candidato opositor Abel Martínez, del Partido de la Liberación Dominicana.
Mientras alegaba una indisposición gripal y posponía “indefinidamente”una eventual reunión con el presidente Abinader, en la que tratarían de la agenda que propuso el triunfante mandatario al electorado, Fernández dispuso que su partido Fuerza del Pueblo arremetiera contra el conjunto de reformas económicas, sociales y políticas que postula concertar el presidente reelecto.
Esas reformas procuran hacer frente a los grandes déficits que arrastran las finanzas públicas desde hace unos 30 años, entre otros rezagos estructurales, incluyendo la debilidad constitucional que ha posibilitado el desate de las ambiciones continuistas que históricamente han dañado tanto a la democracia dominicana, y el régimen de impunidad que ha mantenido lagunas en el sistema judicial sobre todo para castigar debidamente la corrupción.
Con su primer movimiento, materializado horas después de las elecciones en que Abinader recibió un mayoritario endoso electoral, Fernández quedó objetivizado como líder opositor, situación en la que ha avanzado al mantener una recia oposición al gobierno en los medios y las redes.
Fernández plantea así al partido de gobierno la disyuntiva de responder la dura oposición de Fernández o ignorar sus ataques.
Si le responde se asume que lo elige opositor favorito, con lo cual le da una jerarquía que favorece a Fernández, y si lo ignora le da posibilidad de crecer sobre todo en los nuevos votantes, que no vivieron las fuertes críticas que se hicieron a sus gobiernos por alegados casos de corrupción no castigada.
Tampoco conocerían los jóvenes que los problemas estructurales que hoy Fernández critica con tanta pugnacidad, no tuvo la voluntad política para resolverlos en las tres oportunidades en que fue presidente de la República.
Con Danilo Medina, el otro líder opositor, impedido de presentarse como candidato presidencial debido a la reforma constitucional que hizo Fernández en 2010, y con la determinación del presidente Abinader de no intentar volver a postularse, por respeto a la alternabilidad democrática, el presidente y líder de la Fuerza del Pueblo tiene despejado el carril de adentro para postularse por sexta ocasión a la presidencia en 2028.
Claro que falta aún mucho por definir, y que Fernández arrastra el lastre de su pasado político, ese que no le permitió crecer allende la grey PLD-FP en las pasadas elecciones.